El Gran Premio Epson Red Sea de Fotografía Submarina, celebra en Eilat (Israel) su séptima edición. Los enclaves submarinos más representativos saltan a la palestra durante este certamen, lo que ha dado como resultado un amplio abanico de fotografías creativas. Este concurso permite a los mejores fotógrafos del mundo y los más intrépidos amateurs capturar espectaculares instantáneas del mundo submarino. Como parte de sus numerosos programas medioambientales, Epson mantiene un firme compromiso con aquellos proyectos que promuevan la biodiversidad y la conservación del medio ambiente. Diez de los premios se han quedado en manos de fotógrafos europeos, en Francia, Italia, España, Portugal y Eslovaquia.
La labor de fotografiar las criaturas o detalles más pequeños va normalmente asociada al uso de objetivos macro. Sin embargo, a lo largo de este reportaje, veremos lo que nos pueden brindar las diferentes técnicas con la elección de distintas distancias focales.
Hay muchas maneras de afrontar la realización de fotografías en la naturaleza. Una de la más atractivas es la de marcarnos un proyecto muy concreto. Esto supone centrar la atención en el mismo y olvidarnos en buena medida de otras posibilidades, incluso la de salir a fotografiar lo que el azar ofrezca. El primer paso es encontrar un motivo que sea suficientemente atractivo y una manera concreta de registrarlo gráficamente, aunque esta fase también supone muchas posibilidades de tratamiento. En nuestro caso, buscábamos dos características importantes: que fuese un tema poco tratado fotográficamente con anterioridad y que conllevara un buen grado de desafío.
Los cambios entre estaciones son una ocasión de lo más sugestiva para el fotógrafo de naturaleza, tanto más si enfoca los colores vivos pero efímeros de la tundra en otoño o el blanco níveo invernal. Un escenario alpino perfecto para acompañar a un protagonista de excepción, el buey almizclero, con su fascinante aspecto prehistórico.
El invierno toca a su fin y, aunque los álamos del río siguen sin hoja, ya se adivinan los primeros signos de cambio. Dentro de poco, las pequeñas aves del soto comenzarán a preparar sus nidos aprovechando las hendiduras y agujeros de los árboles o cualquier oquedad natural. Documentar esta faceta de su vida supone un reto muy especial para el fotógrafo de naturaleza.
Si hay un destino obligado en el que cualquier fotógrafo de naturaleza desearía pasar uno y otro día es, sin duda, el cráter del Ngorongoro. Considerado como un Área de Conservación, es un lugar donde podemos encontrar los cinco grandes de África en torno a una caldera volcánica que alberga una densidad de fauna muy elevada y relativamente accesible, haciendo las delicias de los enamorados de esta disciplina fotográfica.