Perros de Caza

La codorniz, aun siendo una avecilla que no le llega en tamaño ni potencia a la perdiz, tiene mucha ‘miga’. Más de un aficionado, que estrena la media veda cargado de cartuchos de décima y con su perrito de buena estampa, linaje selecto y recién salido de la perrera, piensa que eso de la codorniz es como en los vídeos, despacito, sencillo, tirando a placer una tras otra a perro puesto, pero la realidad le da un bofetón y lo deja sin habla. ¡Mi perro no da con codornices y todo el mundo tirando a mi alrededor! ¡Mi perro no vale, ni las huele! ¡Otro año malo, no hay codornices por ningún lado...! ¿No será que tu perro no las encuentra? En las siguientes páginas voy a intentar sintetizar algunas reflexiones que espero ayuden a comprender mejor por qué unos perros encuentran codornices y otros no, tenga muchas o pocas el campo.

Será por la acuciante escasez de caza menor, que afecta a la mayoría de nuestros cotos, o por la fuerte influencia de la moda en las preferencias de los cazadores, o quizás también por lo parcos que los podencos son en el comer y el poco sitio que ocupan en casa en proporción a su efectividad en la caza, pero lo cierto es que el podenco ha vuelto, pienso yo, para quedarse por muchos años en la compañía de gran parte de los cazadores españoles. Diría yo que hoy es el perro de caza mayoritario en España, pero no sólo porque su número sea mayor en términos absolutos, sino en el sentido de que hay más cazadores podenqueros que afines a cualquier otra raza.

Dentro de nuestra dinámica de entretiempo, vamos a introducir en este número unas bases de trabajo para el control y desarrollo del manejo de dos perros. Cuando trabajamos con dos canes a la vez, generalmente uno de ellos, más maduro que el otro, lleva la voz cantante, por lo que el control debe ser ejercido por parte del conductor con la premisa de sacar el mayor partido de los dos animales, sin menospreciar las capacidades del más joven y atendiendo a las necesidades de cada uno.